sábado, 1 de septiembre de 2012

Plegarias

Dios de la guerra,
que inspiras valor
al soldado malherido,
que infundes temor
en el sueño de los hombres,
que quiebras la voz
en el llanto de las mujeres.

Dios de la guerra,
que salvas del temor
el cuerpo moribundo,
que siembras los campos
de balas y sangre doliente,
que clamas el honor
sobre el humo de la muerte.

Dios de la guerra,
antídoto del dolor,
trueno en la tierra,
fuego en la noche,
veneno en el vientre.

Dios de la guerra,
golpea con tu martillo
el yunque podrido de mis huesos,
escucha piadoso mis rezos
y llévame raudo contigo.

viernes, 1 de junio de 2012

La memoria de la derrota


El último superviviente de entre los defensores del castillo subió al bastión y, sobre sus almenas, empuñando en una mano la espada y en la otra el estandarte real, bramó con voz estentórea su grito de guerra, un instante antes de que cientos de saetas atravesaran su pecho.

Mas nadie nunca llegó a escuchar su grito. Nadie.

Porque la voz de los perdedores no se propaga por el aire. Sucumbe a la vez que mueren los vencidos.

sábado, 21 de abril de 2012

La paz es aquella tragedia que acontece
cuando ya no queda nadie más a quien poder hacer la guerra.

sábado, 21 de mayo de 2011

El tiempo pretérito de la vejez

Éramos el mar,
sueños de barcas sobre las olas,
espuma rompiente en la orilla,
escamas de sal sobre la piel.

Éramos el fuego,
rugidos de llamas voraces,
pira de carne enfurecida,
costras de sangre buriel.

Éramos el viento,
golpes de puños invisibles,
tornado de sangre y de tierra,
tumores en ojos de hiel.

Ahora,
somos la nada.

lunes, 22 de febrero de 2010

Caminos que dejé atrás,
pensando que eran simples piedras;
piedras que abandoné a los lados del camino,
pensando que eran calles sin salida;
salidas que descarté creyendo,
que no habría camino tras sus puertas.

Y puertas que demostraron ser sólo
piedras en el camino.
Con ellas, tropezar,
era un signo inequívoco de que estaba vivo.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Simetría

Es ésta
una batalla donde
son los hombres los que buscan las balas,
las zanjas las granadas de mortero,
el alambre de espino la carne fresca.

El fango se alimenta de obuses
para hacer brotar flores de negras espinas;
los fusiles entonan notas que crepitan
en un armonioso y macabro allegro vivace.

Las bengalas componen fuegos de artificio
bajo los que niños envejecidos exhalan suspiros;
la sangre retorna de vuelta a los cuerpos
como un siniestro arroyo invertido.

Y así habrá de seguir,
vuelta atrás,
hasta el día en que naciones de necios
se declaren la guerra.

viernes, 5 de septiembre de 2008

Sendero

Me desperté temprano;
quise pasear por los campos,
plagados de orquídeas
rojas como la sangre de los soldados
vertida para servir de abono
para flores de macabros colores.

Quise caminar, oculto
por el humo del fuego graneado
contemplando la belleza de un horizonte
insondable,
interrumpido sólo por las siluetas
de cadáveres e impedimenta abandonada.

Quise respirar el aire puro
del amanecer,
entremezclado con el hedor de los cuerpos
insepultos de hombres y bestias.

Quise escuchar el canto matinal de las aves
antes de que se tornara
en un estruendoso extertor
de agonía y dolor entreverado.

Y caminé, por un sendereo sembrado de minas,
por bosques de metralla,
por huertos de obuses,
hasta llegar al mar
donde todos los barcos de guerra
se hunden para formar corales
infinitos.