Humo.
Ceniza en el viento.
Lágrimas en la hierba y fuego en en el cuerpo.
Silencio.
La bruma cae sobre las trincheras.
De entre la negrura se adivinan las formas, vagamente; se auspician los movimientos,
se predice la tormenta.
Suena estridente un silbato.
Ha llegado la hora de tragar la amargura y dejar atrás el ambiguo regusto a hiel.
Salto del foso, calo bayoneta, y me dispongo, la mirada torva y el alma en un puño,
a afrontar la amenazante tiniebla de lo desconocido.
A asaltar los cielos.
miércoles, 22 de noviembre de 2006
Suscribirse a:
Entradas (Atom)