viernes, 5 de septiembre de 2008

Sendero

Me desperté temprano;
quise pasear por los campos,
plagados de orquídeas
rojas como la sangre de los soldados
vertida para servir de abono
para flores de macabros colores.

Quise caminar, oculto
por el humo del fuego graneado
contemplando la belleza de un horizonte
insondable,
interrumpido sólo por las siluetas
de cadáveres e impedimenta abandonada.

Quise respirar el aire puro
del amanecer,
entremezclado con el hedor de los cuerpos
insepultos de hombres y bestias.

Quise escuchar el canto matinal de las aves
antes de que se tornara
en un estruendoso extertor
de agonía y dolor entreverado.

Y caminé, por un sendereo sembrado de minas,
por bosques de metralla,
por huertos de obuses,
hasta llegar al mar
donde todos los barcos de guerra
se hunden para formar corales
infinitos.

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