lunes, 11 de diciembre de 2006

Luz

A veces cesan las andanadas de fuego.
Los morteros callan,
se empiezan a abrir huecos en la niebla y el humo.
Cesa el ruido de las balas, y la sangre
deja de manar por un instante.
Sale el sol.
Ha de ser un espejismo,
debo haber respirado demasiada pólvora,
o directamente me ha reventado un obús encima
y estoy de visita a San Pedro.
La luz me ciega, me quema,
siento su calor en mis mejillas;
y pienso
que nunca jamás me había alegrado tanto
de tener algo tan simple.
Disfruto,
mientras sé que no tardará en llegar el próximo embate.

viernes, 1 de diciembre de 2006

De los valles y las sombras

¿Dónde se quedó aquel valle?
¿dónde aquellas espigas de trigo, altas y firmes como esbeltas campesinas al viento?
¿dónde el olor a azahar, la luz del mediodía, la dulzura de la risa de un niño?
¿dónde los sueños y las esperanzas?
Dónde.
Quizá en el susurro del lamento infinito,
quizá en la trémula penumbra del atardecer,
en las dudas y en los miedos,
en las ausencias y las soledades,
en la confusión y en el desprecio;
en la vaga y sombría certeza de que nunca jamás
existió aquel paraje.

Alza la vista.
Aprieta los dientes, soldado.
Tus pensamientos ya no valen nada.
Tus sentimientos se fundirán
con tu sangre sobre este campo de batalla, envueltos
en una masa informe urdida a base de metralla.
No desperdicies tus últimos momentos de vida en esas nimiedades.

Salta de una maldita vez de la trinchera.