viernes, 1 de diciembre de 2006

De los valles y las sombras

¿Dónde se quedó aquel valle?
¿dónde aquellas espigas de trigo, altas y firmes como esbeltas campesinas al viento?
¿dónde el olor a azahar, la luz del mediodía, la dulzura de la risa de un niño?
¿dónde los sueños y las esperanzas?
Dónde.
Quizá en el susurro del lamento infinito,
quizá en la trémula penumbra del atardecer,
en las dudas y en los miedos,
en las ausencias y las soledades,
en la confusión y en el desprecio;
en la vaga y sombría certeza de que nunca jamás
existió aquel paraje.

Alza la vista.
Aprieta los dientes, soldado.
Tus pensamientos ya no valen nada.
Tus sentimientos se fundirán
con tu sangre sobre este campo de batalla, envueltos
en una masa informe urdida a base de metralla.
No desperdicies tus últimos momentos de vida en esas nimiedades.

Salta de una maldita vez de la trinchera.

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